Las mujeres del campo representan el 30,8% del total de productores agrarios, según el último Censo Nacional Agropecuario; sin embargo, las diferencias respecto a sus pares hombres son todavía notables y con poco o nulo apoyo de instituciones del Estado. Lejos de ser una celebración, las agricultoras peruanas reciben el 15 de octubre, Día Internacional de la Mujeres Rurales, con cifras desalentadoras: según el informe Brechas de Género del INEI (2016), a nivel nacional más del 31% es víctima de violencia física y no cuenta con ingresos propios, además de los problemas que todavía representan el analfabetismo y el embarazo adolescente en esta población.
De acuerdo al último Censo Nacional Agropecuario del 2012, ellas alcanzan el 30,8% del total de productores agrarios, llegando a superar el 35% en departamentos eminentemente rurales como Tacna, Puno, Moquegua, Cajamarca, Ayacucho y Áncash. Sin embargo, manejan solo el 8% de la superficie agrícola frente al 33% de los hombres. Evidentemente su trabajo no es menor que el de los agricultores hombres; de hecho, ellas trabajan casi un día más que los varones, según datos del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
A pesar de estas adversidades, el aporte de las agricultoras peruanas es “esencial en la seguridad alimentaria” señala Giovana Vásquez, gerenta de Conveagro, pues de ellas depende la salvaguarda de las semillas, es decir la conservación de nuestra agrobiodiversidad, que es motivo de orgullo y base de nuestra afamada gastronomía.